martes, 10 de diciembre de 2013

Un almacén de materia gris

Un almacén de materia gris

El banco de cerebros de la universidad del País Vasco dispone de más de mil muestras de tejidos para el estudio de enfermedades mentales.

El cine ha representado los repositorios de tejidos cerebrales como almacenes de cerebros enteros flotando en recipientes rebosantes de líquido o con estanterías desordenadas repletas de ese tipo de tejidos. Frente a los cerebros conservados en formol, los bancos reales guardan fracciones del órgano, a veces del tamaño de un dado, conservadas en cámaras frigoríficas.

El objeto del análisis de estos centros, el cerebro, constituye un reto para la comodidad científica. Es un órgano que puede revelar buena parte de la identidad del individuo. Por decirlo de alguna manera es nuestro DNI cognitivo. Los cerebros son tejidos complejos y, en sus neuronas, conexiones y pliegues, se haya nuestros secretos más íntimos, nuestra capacidad intelectual y nuestros recuerdos. Se trata de una herramienta de estudio muy valiosa para los investigadores, que pueden servirse de ellos para detectar las causas objetivas de muchos males mentales. En estos tejidos donde se encuentra buena parte del sustrato biológico que explica el nacimiento de estas patologías, y los bancos de cerebros son los laboratorios donde investigar las enfermedades mentales a partir de estas muestras humanas.

En España hay más de una decena de centros de este tipo. Entre especializados, se encuentran los que buscan dar respuestas al alzhéimer y al Parkinson,  si bien son las patologías neurodegenerarativas las que gozan de mayor número de bancos de cerebros. En todo el país, apenas existen tres que guarden muestras cerebrales para profundizar en enfermedades psiquiátricas. Uno de ellos es el de la
Universidad de País Vasco (UPV), ubicado en la facultad de medicina de Leioa y que cuenta con catorce investigadores. Se dedica a profundizar en el estudio de las patologías mentales asociadas a la depresión, la esquizofrenia y las drogodependencias. Forma parte de una red de investigación que coordina quince bancos de tejidos cerebrales.

Uno de los impulsores del proyecto vasco es Javier Meana (Vitoria, 1960), catedrático de farmacología de la UPV. Su experiencia en la adquisición de cerebros se remonta a 1985. «Del mismo modo que se extraen muestras de sangre para estudiar la diabetes, nosotros nos dedicamos a crear almacenes de tejidos cerebrales para analizar el sistema nervioso», explica. Su grupo dispone en la actualidad de muestras de 1.100 fallecidos, obtenidas gracias a un convenio de colaboración suscrito con el Instituto Vasco de Medicina Legal. El 50% proceden de pacientes con enfermedades mentales; el resto, de ciudadanos de ninguna patología psiquiátrica registrada.

Biología y enfermedad

La singularidad del centro vasco es que las muestras provienen de autopistas, sino de sujetos muertos por cualquier causa. Una vez que el cerebro entero llega al laboratorio, se registra y prepara para su conservación en cámaras frigoríficas a una temperatura de 80ºC. «Los investigadores podrán disponer de los tejidos cerebrales en las condiciones más idóneas para su análisis», asegura el experto. Desde su nacimiento en 2007, el repositorio de la UPV ha recibido un total de 1.800 cerebros, la mayoría procedente de autopistas efectuadas en el Instituto Vasco de Medicina Legal, aunque muchos han sido descartados al final por diferentes razones.

Una vez que un órgano se considera apto para el estudio, un equipo multidisciplinar-formado por bioquímicos, farmacéuticos, biólogos y químicos-toma muestras de varias áreas. «La de mayor interés es la corteza frontal porque es el sustrato anatómico donde están las funciones superiores y donde existen aspectos como la cognición que nos define como humanos. Y es, además, donde están las mayores alteraciones que provocan de las enfermedades mentales», señala el investigador Koldo Callado, que añade que también analizan otras regiones de las que no se esperan grandes modificaciones para poder destacar que «la principal causa del trastorno causa el trastorno mental sea otra enfermedad».

Además de las autopistas, la otra fuente de cerebros son las donaciones voluntarias, como ocurre con otros órganos. La crisis económica, sin embargo, ha hecho que el grupo no pueda responder al alto número de donaciones recibidas en los últimos años. Si, cuando nació, el laboratorio disponía de un presupuesto de unos 100.000 euros anuales para gastos de material y otros fines; ahora, esos fondos se han reducido en un 50%, quedando en 50.000 euros anuales. «Tenemos menos personal disponible para abordar los casos que nos llegan. Por eso, al recibir las solicitudes de donación, las solemos derivar a otros centros del entorno que se dedican también al estudio de cerebros».

Un grupo de catorce investigadores trabajan en intentar determinar el origen biológica de las enfermedades mentales. Los cerebros que emplean proceden tanto de fallecidos en enfermedades psiquiátricas como de sujetos sanos que actúan como grupos de control para poder detectar las alteraciones cognitivas. «Cada año entran en el laboratorio un promedio de 60 fallecidos; la media de muestras que utilizamos luego para la investigación se amplía a un centenar porque empleamos a un centenar porque empleamos varias partes de cada muestra cerebral».

Tres son las líneas de investigación: la depresión, la esquizofrenia y las drogodependencias. Según datos publicados recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es una enfermedad que ha podido sufrir en algún momento de su vida entre el 15% y el  20% de la población. Con esta elevada tasa de prevalencia, se trata de una patología poco investigada y para que la Meana reclama máxima atención. No en vano, será de largo una de las enfermedades que «mayor coste social y sanitario» implicara a la sociedad en el futuro. «Existen factores desencadenantes, pero, sin duda, la causa principal de la depresión es el estrés. Por eso, sujetos que en condiciones normales no deberían sufrirla la padecen por el efecto de estrés diario»

El principal objetivo del grupo vasco es dar con «la vulnerabilidad que afecta al sujeto» para poder identificar no solo los factores externos que pueden desencadenar la patología, sino también las causas internas. Con la información obtenida de la corteza cerebral, estos profesionales esperan poder mejorar en la prevención del mal y detectar cual es el sector de la población más proclive a sufrir una depresión. «Vivimos una autentica epidemia de esta enfermedad que se demuestra en el consumo de antidepresivos. No hay más que preguntar a los médicos de atención primaria para ver que se ha multiplicado estos últimos años», advierte Meana.

La crisis ha aflorado el episodio depresivo agravado por ansiedad que genera el momento de incertidumbre económica en que vivimos. Los estudios de tejidos cerebrales impulsados desde el laboratorio aspiran a mejorar la prevención de esta patología mental sobre la base de un conocimiento más preciso de «las bases biológicas y de las proteínas alteradas. Con esta investigación podremos ayudar a las farmacéuticas en el diseño de medicamentos más precisos para el tratamiento de las depresiones, porque nosotros podemos identificar mejor las dianas que puedan revertir la alteración mental», detalla el catedrático.

Mejores fármacos

Otra línea de investigación busca la detección de la causa biológica de las enfermedades esquizofrénicas. Se trata de una enfermedad que debuta en la adolescencia y que acompaña al adolescente y acompaña al paciente durante el resto de su vida, por lo que es clave, según Meana, trabajar en el desarrollo de fármacos que mejoren la eficacia de los medicamentos ya existentes. No en vano, según las estadísticas indicadas por las autoridades sanitarias, los fármacos que se emplean contra la esquizofrenia apenas logran una eficacia del 60% y provocan serios problemas adversos. «En este caso, los factores genéticos son más importantes que en la depresión: concentran el 70% del origen de los casos, mientras que en la casuística depresiva apenas rozan el 40% . Por ello, su detección prematura es clave para reducir la intensidad de los síntomas, pero también es crucial diseñar medicamentos que sean efectivos».

En la esquizofrenia, el tratamiento precoz juega un papel clave para poder controlar su evolución. Si se compra con la depresión, tiene una menor presencia en la población, ya que solo 1% ha podido padecerla, según datos de la OMS. Es por ello que el trabajo de este grupo se dirige a hallar las alteraciones genéticas que pueden ocasionar episodios de esquizofrenia- «Nuestro reto es buscar fármacos que tengan en cuenta el carácter multiorgánico de la patología, es decir, como estas enfermedades actúan en varios frentes. Y, para ello, se trata de cambiar y mejorar los tratamientos existentes poniendo el foco en su detección precoz».

La importancia de los bancos de cerebros radica, en opinión del experto, en que con el estudio de esos tejidos los investigadores pueden aportar las bases biológicas que causan muchas de las enfermedades mentales y facilitar el diseño medicamentos precisos contra ellas. «Gracias a centros como el nuestro, podemos conocer bien las dianas que puedan revertir a mejor las alteraciones cognitivas del cerebro», concluye Meana.

Adicción a drogas

Una de las líneas de investigación del banco de cerebros de la UPV se centra en el estudio de casos de adiciones a distintos tipos de drogas. No en vano, confiesa Meana, la toxicomanía es uno de los campos que más interés despierta dada su relevancia social en Euskadi, donde muchos jóvenes cayeron en las drogas en los años 80.

El uso de cerebros humanos a proporcionado al grupo información de primera mano sobre las relaciones causa-efecto que desencadenan estas patologías de conducta. «Nos permite conocer el mecanismo de las drogas y las alteraciones a largo plazo, y da pistas para el desarrollo de medicamentos para tratar las adicciones».

Para Maena, la principal ventaja de estas investigaciones es que los profesionales puede ayudar a prevenir la adicción e incluso a evitar recaídas. «En el fondo, se trata de conocer bien las alteraciones moleculares para luego evitar que caigan de nuevo en el consumo». Persiguen  el «diseño de medicamentos más eficaces que permitan al adicto mejorar su tratamiento diario», en un proyecto en el que colaboran con las universidades de Las Palmas de Gran canarias y Ginebra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario