miércoles, 26 de noviembre de 2014

Robots para aprender mejor





Robots para aprender mejor

Más de 300 escolares vascos de 10 a 16 años compiten con otros 230.000 de 70 países para ser los mejores en la First Lego League, una competición que llega a su sexta edición.


Las piezas de Lego son la base de la robótica de los nuevos científicos. No se sorprendan. Hace años que los escolares de entre 10 y 16 años diseñan, crean y compiten en este ámbito usando ese juego dentro del torneo internacional First Lego League (FLL), organizado en Euskadi por Innobasque. En total, participan en los campeonatos clasificatorios 230.000 chicos – más de 300 vascos – de 70 países, siempre con el objetivo de hacer la vida más fácil mediante la ciencia y la tecnología.

La FLL va más allá de la competición y la enseñanza. Algunas ideas presentadas en anteriores ediciones – la de este año será la sexta – se han convertido en patentes. Es el caso del Ukimen Plano Dinamikoen Sistema (UPDS). En 2010, y para hacer frente a un reto de biomedicina –tema elegido para el torneo -, un equipo de Axular Lizeoa de San Sebastián presento este sistema inteligente que ayuda a personas con problemas de visión para guiarse en espacios desconocidos. El prototipo fue testado por más de 200 personas y su diseño contrastado por la ONCE, Tekniker y Tecnum Universidad de Navarra, consiguiendo su patente en 2011.

Es uno de los hitos que avala esta cita que cautiva tanto a profesores como a escolares, y que acerca a estos últimos a la realidad de lo que es el trabajo en un centro tecnológico. La labor que hacen es muy similar y en apenas cuatro meses aprenden mucho sobre el reto propuesto. Este año es el aprendizaje, la manera en la que almacenamos el conocimiento y desarrollamos habilidades. Los alumnos tienen que demostrar que estudiar puede ser divertido, que pueden enseñar lo que saben a otras personas, y que existen nuevos procesos y herramientas que ayudan a retener la información durante más tiempo. A partir de ahí, cada grupo deberá elegir un problema al que buscar solución y exponerlo ante un tribunal que valorara si va acompañado de otro tipo de materiales más didácticos, originales y visuales, como, por ejemplo, una maqueta.

La parte más llamativa y de más nervios del torneo es, sin duda, la competición robótica, las misiones. Sobre una plataforma, el autómata Lego Mindstrom ira recibiendo órdenes: abrir una puerta, sacar una pieza de una de las cajas, marcar un gol en la portería… Todas ellas simbolizan acciones del aprendizaje y cada una sumará puntos para el equipo, que no podrá tocar el robot salvo cuando le ordenen que acuda a la zona habilitada: la base. Todo ello lo representaran y explicaran en equipo ante un jurado compuesto por profesionales de la ciencia que trataran de obtener toda la información sobre el proyecto.

Pero la FLL tiene un doble objetivo. Además de sumergir a los jóvenes en el mundo de la innovación, la robótica y la ciencia, también lo hacen en los valores de la competición: el trabajo en quipo, el respeto al contrario, la cooperación y la inclusión. Actitudes que, como novedad, este año podrán compartir con la sociedad a través de los blogs y las redes sociales, y que servirán para subir puestos en el reñido `ranking´.

Estas semanas son las de mayor tensión, ya que el 13 de diciembre presentaran en la sede de Euskaltel, en el Parque Tecnológico de Bizkaia, sus trabajos los 35 colegios participantes en la final vasca de esta competición. Una intensa jornada en la que participan más de 100 voluntarios y que es posible gracias a la Escuela de Innovación  que impulsa Innobasque y en la que colaboran la Fundación Euskaltel, el Gobierno Vasco, Tecnalia, IK4 Research Alliance y el Colegio de Ingenieros de Telecomunicaciones del País Vasco, aliados en acercar la innovación a los más jóvenes.

Nadie pierde

El jurado se enfrenta a la difícil tarea de puntuar el proyecto científico y técnico, así como el robot y los valores FLL. Solo los tres primeros clasificados seguirán en la competición a nivel nacional, que tendrá lugar en marzo en Tenerife. También habrá premios para el enfoque más innovador, el mejor proyecto, el mejor trabajo en equipo… Porque en la FLL nadie pierde. Todos llevan en sus mochilas las lecciones aprendidas en la etapa de formación que este año, de la mano de Euskaltel, les han instruido en la privacidad de datos en internet y les ha mostrado como hay quienes rentabilizan esa información. También han visto trabajar a expertos de Colegio de Ingeniería de Telecomunicaciones y se han familiarizado con un telescopio profesional y un laboratorio a pleno rendimiento.

La parte más llamativa para los escolares han sido las nuevas tecnologías que utilizan en la empresa VirtualWare: la realidad aumentada, que les permite ser protagonistas de los videojuegos; y los que se crean con fines didácticos y curativos. Grandes conocimientos que, junto con la formación en robótica que ofrece Innobasque, han sido claves a la hora de imaginarse la enseñanza de futuro.


Dado el éxito de anteriores ediciones y con el fin de impulsar la ciencia desde la infancia, la FLL propone una edición junior para niños de 6 a 9 años en la que, además de construir una maqueta con piezas de Lego dando soluciones a un problema, deberán explicar el proceso en un poster. Gracias a este tipo de  iniciativas que siguen creciendo, el futuro científico de Euskadi parece estar asegurado. No hay mejor manera de animar a los jóvenes a introducirse en el mundo de la ciencia, tecnología e innovación que con casos prácticos y divertidos como los que se ven en este tipo de eventos.

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